Su embeleso duro poco. Entro madre sigilosamente, se acercó a su cama y lo zarandeó. En un murmullo ronco le dijo _¿Ya lo has hecho? ¿Has hecho pipí?_
_No madre, no estoy mojado_
_Ya sabes que como mojes la cama esta noche, dormirás con todo empapado porque con este tiempo no se seca nada y no puedo ir al río todos los días por capricho del señorito a destrozarme las manos, que ya no parecen ni manos. Ya sabes que si te meas , tendrás que ir a recoger tu la leña antes del desayuno, además del cachete que te voy a dar_
La perorata seguía y seguía, como si las palabras fueran capaces de exorcizar los demónios mingitorios del pobre Galio. Le sacó el orinal de debajo de la cama con gesto amenazador y sin hacer ruido lo volvió a dejar allí. Con un _Ya me has oído_Salio rauda de la habitación. Todo como un susurro.
Galio volvió la mirada hacia la cama de Josep, al menos no se había despertado. Cuando eso ocurría encima tenía que aguantar las burlas de él, eso si no le insultaba directamente y le decía _Eres un puerco_
La magia había desaparecido, la claridad de la noche que entraba por la ventana ahora no le interesaba. Ya daba igual.
Como cada noche, Galio no quería dormirse, tenía miedo, miedo de mojar la cama. El era casi feliz, si no fuera por el pipí....Había temporadas peor que otras, sobretodo cuando hacía frío. El colchón no secaba, nada secaba, no se lavaba y el olor lo invadía todo. Eso no le impedía dormir, pero la humedad era otra cosa. Alguna noche intentaba dormir en el suelo, pero el frío se lo impedía, aunque se tapara bien con las mantas.
Antes de salir el sol, padre y madre ya estaban trajinando ,había silencio solo interrumpido por las cacerolas y los cacharros de la cocina. Pero en seguida comenzó el alboroto, sobretodo cuando Agnes descubrió una vez más la cama mojada de Galio.
Sin embargo la vida seguía, aunque la cama mojada era el acontecimiento más importante en el universo del niño.
_Mosen Anselm quiere que vayas todos los días esta temporada un rato a la parroquia para que aprendas "de letras"_Dijo Agnes
_¿Por que madre?_
_¿Que te has creído?_
_Quiero decir, que por que no viene Pep también_
_ Tu no tienes nada que decir_
El respeto, eso si lo entendía, padre hablaba poco, dejaba ese trabajo a madre, pero era contundente si se descontrolaba la situación se sacaba la correa de la cintura y todos escurrían el bulto.
El padre Anselm, orondo y canoso vivía con una anciana enjuta y agria que parecía tener más años que el pueblo, era su ama de llaves. Vivían en una casita de dos plantas adosada a la pequeña Iglesia. Allí empezó a acudir Galio para recibir sus primeras enseñanzas.
El padre Anselm era muy afable con el, mientras en publico mantenía un semblante distante con sus feligreses, parecía que siempre estuviera dispensando "el perdón" que el predicaba para los demás. No importaba, para el estaba todo estupendo, no entendía nada pero era fantástico acudir a aquella casa, ser obsequiado con galletas y tratado con deferencia por la "espanta niños" del ama de llaves. En este caso ser diferente tenía sus ventajas. Pasaban los días y eso de aprender comenzó a gustarle, además en ninguna parte era tan bien tratado como en esa bendita casa, llegó a desear cada día que llegara la hora de acudir para poder evadirse de su drama nocturno cotidiano. Las letras, las letras, no era fácil pero iban encajando. Sin embargo Mosen Anselm resultaba algo empalagoso.
Sus padres no parecían muy contentos. Vio en ocasiones como después de la misa del domingo hablaban con el sacerdote, Los tres parecían disgustados. Oía retazos de la conversación .Padre y madre se lamentaban de que empleaba demasiado tiempo en naderías,abandonando el trabajo en casa y bastante esfuerzo estaban haciendo ellos . No sabía como Mosen Anselm les hacía regresar cabizbajos y mudos aceptando sus condiciones.